El miedo al virus del Zika aumenta la demanda de abortos en América Latina.
Frente a todas las noticias que nos muestran que estamos viviendo un mal momento, qué bueno que se nos recuerde de vez en cuando que en internet hay más vídeos divertidos que malas noticias en todo el mundo.
“Hay razones para creer en un mundo mejor”, así dice el slogan de una campaña publicitaria que lanzó Coca-Cola a propósito de sus 125 años, y que me hizo reflexionar mucho. Se basó en un estudio realizado en 2010 sobre la situación actual del mundo y reveló cosas como éstas: “por cada persona que dice que todo será peor hay 100 parejas buscando un hijo”, o “amor tiene más resultados que miedo en Google”.
Con nuestras acciones, un mundo mejor es posible y siempre hay razones para creer. ¿Y por qué no?, cabría preguntarse. Mientras el amor ensancha el corazón, el miedo paraliza e impide que salga de nosotros mismos lo mejor. Por eso, si haces algo, hazlo por amor y para amar. Ya lo decía San Juan Pablo II al inicio de su Pontificado: “¡No tengáis miedo!”.
Hace un par de meses leí un titular de noticia que me dejó con mal sabor de boca: “Aumenta la demanda de abortos en América Latina por miedo al Zika”. Según la Organización Mundial de la Salud, el virus de Zika es un flavivirus transmitido a través de la picadura de un mosquito infectado del género Aedes, el mismo que transmite el dengue, la fiebre chikungunya y la fiebre amarilla. Se han registrado brotes de enfermedad por este virus en África, las Américas, Asia y el Pacífico.
Por lo general, provoca síntomas leves como conjuntivitis, dolores musculares y articulares, y cansancio, que persisten durante dos a siete días. Sin embargo, el reciente aumento de la propagación de este virus en Brasil se ha visto acompañado por un incremento del número de niños que nacen con la cabeza anormalmente pequeña, un trastorno denominado microcefalia.
Lo que más me llamó la atención de la noticia no fue comprobar los estragos que está causando un virus que campa a sus anchas y para el que no existe, de momento, ninguna vacuna. Tampoco fue el incremento de los abortos. Lo que me dejó K.O. fue la palabra miedo.
Y al instante empecé a pensar: ¿Una mujer se queda embarazada por miedo o por amor? ¿Acaso una criatura indefensa supone algún mal o daño como para tener miedo de su llegada? No sé, quizá es que el embarazo es sólo para las valientes, para aquellas mujeres que a pesar de estar afectadas por el virus han decidido seguir adelante con su embarazo porque les podía más el amor que el miedo a las posibles complicaciones asociadas al virus, especialmente el desarrollo de microcefalia en el bebé, que no es poca cosa.
Como las mujeres se pongan a pensar en todos los contras de su embarazo o en las posibles consecuencias negativas que pueden darse, verdaderamente se les quitarían las ganas de tener hijos. La situación no es fácil, ni mucho menos, pero hay razones para creer que no todas las embarazadas que se infectan de Zika en el embarazo dan a luz a bebés con microcefalia. Y de hecho así ha sucedido.
Por tanto, ¿por qué tener miedo a alumbrar a un hijo con una malformación si puede nacer completamente sano? ¿Por qué tener miedo a las consecuencias de un virus que puede llevarte a abortar a tu propio hijo? Si la ciencia cierta no existe y no hay nada asegurado al cien por cien, ¿por qué seguimos empeñados en adelantar acontecimientos y en ponernos siempre en lo peor?
También hay razones para creer que algunas de las embarazadas afectadas por el Zika que han dado a luz a hijos con microcefalia han contribuido a un mundo mejor. Así lo creo. Y esa contribución se traduce en una palabra: amor. Gracias a mujeres como éstas hay un poco más de amor en el mundo y menos miedo. Por algo se empieza.
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