Actualmente, son miles de personas las que huyen del terror en busca de una oportunidad en Europa, y es que, nos encontramos ante la mayor crisis humanitaria después de la acontecida tras la II Guerra Mundial. Cada vez más, existen jóvenes que, concienciados ante esta realidad, intentan, dentro del alcance de sus posibilidades, poner su granito de arena. Entrevista a un estudiante que ha ayudado a refugiados en Grecia.

Un ejemplo de ello es Guillermo Fernández-Mardomingo, estudiante de Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III de Madrid, una persona ambiciosa y con inquietudes, muy sensibilizada con esta causa que muchos ya han olvidado. Por ello, durante el pasado mes de julio, cambió sus vacaciones por una estancia como voluntario en un campo de refugiados en Tesalónica, Grecia.
Experiencias como esta, nos ayudan a concebir esta realidad de manera distinta a la que, en muchas ocasiones, muestran los medios de comunicación, al tratarse de un conflicto especialmente politizado.
¿Qué es lo que te impulsó a ir?
En primer lugar, creo que fue ese “sentimiento social” que tenemos muchos jóvenes en Europa, todos estamos muy concienciados pero muchas veces nos cuesta dar el paso. Además, estaba harto de aquellos que critican, pero sin hacer nada. Por eso, vi que yo podía hacer algo y además tenía ganas, entonces me dije ¿por qué no?
Por otro lado, tuvo mucho que ver en mi decisión un reciente post que había visto en el Facebook de un amigo, se trataba de una conversación entre un abuelo y un niño hacia el año 2060, en ella, el niño le preguntaba sorprendido a su abuelo, si no se sentía culpable por no haber hecho nada por toda la gente que había muerto a las puertas de Europa.
Cuando leí esto, pensé que, si nosotros, los europeos, que somos la cuna de la humanidad, no promovemos ese humanismo y el respeto por los derechos humanos, ¿quién lo va a hacer? Si no pongo algo de mi parte, yo también puedo ser culpable. Yo sí puedo ayudar a solucionar la dimensión humana de este conflicto.
¿Te sentiste bien recibido al llegar?
Me sentí completamente bienvenido, no he conocido a unas gentes tan hospitalarias como los árabes. Recuerdo que el primer día llegué a un campo situado en medio de la nada, todos me saludaban y me invitaban a tomar el té, los niños incluso querían jugar conmigo. Luego había un señor que venía de Raqa, actual capital del Estado islámico, y me ensañaba fotos de su trabajo allí, tenía un kebab.
Otra vez me quedé a dormir en un campo con un buen amigo, y de repente, la mujer de la tienda de al lado, que tenía 12 hijos, vino a donde estábamos con un guiso que había preparado exclusivamente para nosotros, llamado Las siete Naciones. Esa familia que apenas tenía dinero, nos trajo esa comida y no permitió que la rechazásemos, era su forma de agradecernos lo que hacíamos por ellos.
Recuerdo que también, otro día, un chico libanés me robó el móvil, y unos chicos iraquís con los que yo estaba, me dieron su palabra de que yo no me iba de ahí sin mi teléfono, movieron cielo y tierra para encontrarlo.
Claramente esto en Occidente no pasa, te das cuenta cómo esta gente que no tiene nada, hace todo por ayudarte. Me hace pensar que los prejuicios que a veces creamos son un tanto erróneos. Los pueblos árabes son muy hospitalarios y solidarios.
¿En qué consistía tu trabajo?
Daba clases de inglés, desde niños pequeños hasta adultos, ayudaba a repartir alimentos o a construir el centro social que estaban haciendo en ese momento, y también los ayudaba con las matemáticas, corrigiéndoles los cálculos.
¿Había normas de convivencia dentro del campo?
Sí, porque estaban ubicados en campos militares controlados por el ejército. Había recomendaciones sobre el respeto a las mujeres, no se podía entrar a la tienda si el marido no estaba delante, ni tampoco darles la mano.
Era muy recomendable no hacerle fotos, no por cuestión de privacidad sino por cuestión de seguridad, ya que son familias que huyen del Estado islámico. Por ejemplo, había jóvenes que habían huido pero que sus padres seguían allí, por lo que no podía llegar a oídos del Estado islámico que ellos hacían cualquier tipo de comentario sobre él porque si no matarían a sus padres. También había chicos que habían renunciado a alistarse al ejército y estaba en busca y captura.
¿Qué lecciones fueron las más impactantes para ti?
Diría que fueron tres:
La primera podría decirse que fue una lección de moral:
Hablé con un hombre de 64 años que estaba allí y había huido de la guerra siria, pero él con 6 años ya había huido de otra guerra, la de Palestina. Y yo le decía si no odiaba a los judíos y a los israelíes por haberle expulsado de su casa. Él, sin embargo, me decía que odiaba a la gente que le expulsó, pero no podía odiarlos a todos porque sería injusto. Responder a la violencia con más violencia es el origen de las guerras, y las guerras es el motivo por el que estamos aquí.
Por tanto, eso me hace pensar que cuando nosotros decimos que los musulmanes son terroristas, los estamos categorizando sin excepción, mientras tanto, nosotros estamos en nuestras casas con una vida buena y no nos falta de nada. Pero este hombre que lo ha perdido todo, te dice que no odia a todos, aun habiendo sido expulsado de su hogar.
La segunda lección podría decirse que fue una lección de esfuerzo:
Y es que conocí a otra mujer con 66 años, que no podía andar, tenía tres hijos en Turquía, tres en Alemania y dos en el campo, uno de ellos en silla de ruedas.
Yo le pregunté qué era lo que le daba fuerzas para seguir aquí cuando ves a todos desesperados, ella me respondió que se quedó viuda con 36 años y que lo único que tenía era sus hijos, y que, si ellos se iban de Siria, ella se iría a donde ellos fueran. Quería reunirse con todos ellos antes de morir, y que eso y Dios es todo lo que le da fuerzas para vivir y estar donde está.
Por último, la otra lección la considero de realidad, por la dureza que conlleva:
Un día hablé con un chico que vivía en Raqa y era estudiante de farmacia, me contó que un amigo iba por la calle hablando por Whatsapp con otro chico, e iba quejándose del Estado islámico, de repente, la policía del Estado islámico le hizo el alto, le pidió el móvil y se lo llevaron a comisaría. Su familia, muy preocupada porque no volvía a casa, llamó a comisaría, donde le dijeron que no se preocuparan por su hijo, que al día siguiente lo tendrían en casa. A la mañana siguiente, en la puerta de la casa del chico había dos cajas: una con su cabeza y otra con el resto del cuerpo.
El chico que me contó esto me dijo a continuación que era imposible que los autores de esa masacre leyesen el Corán porque si no, no lo harían.
¿Son los niños conscientes de la realidad que viven?
Esos niños no han conocido ni la estabilidad ni la paz, y es que La Primavera Árabe comenzó entorno al 2011, por lo que un niño de 12 años, por ejemplo, vivió aquello con siete años. No han podido vivir la paz con conciencia.
Hablamos de una generación de chicos que han nacido en la guerra y han crecido en los campos, no conocen la estabilidad ni la paz, no han ido al colegio. Pero, sin embargo, ellos tienen ganas de aprender, de jugar y de hacer todo lo que hacen niños de su edad.
Otro testimonio que me chocó mucho fue el Rama, una niña de 8 años, que quiere ser médico pediatra. Yo le pregunté que cuál era su juego favorito y me dijo el tobogán, que en Siria jugaba mucho en él. Entonces yo le pregunté que cuál era su juego favorito aquí en el campo, su respuesta fue nada, que aquí no hay nada que hacer.
¿Crees en la integración de la cultura musulmana dentro de la sociedad occidental?
Hay determinadas ramas de la cultura musulmana que chocan con nuestra cultura, por ejemplo, la poligamia, el velo, el machismo.
Pero, por la gente que he conocido, creo que sí tienen afán de integrarse, tienen muchas ganas de aprender. No obstante, va a haber gente a la que le cueste.
En mi opinión va a haber conflictos porque van a tener que aceptar unos mínimos. Lo que yo pienso al respecto es que cada vez que en la historia de la humanidad han obligado a aceptar un valor, ha habido sangre y muertes, por ejemplo, en la Revolución francesa.
Hay que llevar a cabo hechos que van a doler, en Europa, seguramente, alguno de los que entre puede que sea terrorista, pero también tenemos terroristas en nuestras fronteras. De hecho, en suelo estadounidense ha muerto más gente por el ultra derechismo que por terrorismo islámico.
Va a haber un choque cultural, sí, pero si queremos cambiar esas culturas, qué mejor que persuadirles con ilusión y embaucarles en un cambio de progreso, que prohibirles, renegarles y reprimirles, porque en la historia de la humanidad, cada vez que se ha reprimido, se ha creado el efecto contrario.
Va a costar, pero no hay una solución perfecta, hay una mala y otra menos mala, y yo si tengo que elegir entre rechazarles y dejar que huyan, o acogerles, prefiero el problema menor al problema mayor.
¿Qué les dirías a los partidarios de cierre de fronteras y expulsión de inmigrantes?
Que todos somos inmigrantes. Por ejemplo, en Estados Unidos, pocas personas habrá cuyos abuelos o bisabuelos no vengan del extranjero. La historia está llena de migraciones, gracias a ellas ha existido el progreso, la expansión de la cultura, de la literatura, del arte y de las ideas. La globalización no es solo decir que tenemos un comercio o una economía global, sino también unos valores globales y una conciencia global.
Cuéntanos un poco sobre la página de Facebook que has creado.
Se llama “Refugees are humans”, en ella aparecen entrevistas muy breves a refugiados realizadas por mí. No soy yo el que cuenta lo que les pasa a ellos, sino que son ellos los que lo cuentan.
La pregunta que les hacía no era de conflicto político sino de conflicto humano, por ejemplo, con qué soñabas antes de venir aquí, qué quieres ser de mayor, cómo te imaginas tu vida dentro de cinco años.
Mediante esta humilde contribución trato de mostrar sus verdaderas intenciones, que no son terroristas y que solo quieren una vida normal, pues en Europa hay una fuerte islamofobia y existen muchos prejuicios. Por ello, también escribo en inglés, para acceder al público del norte y centro de Europa.
Y ya dijo Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, sobre la política que se está llevando a cabo en materia de refugiados: Veo poca Europa en esta unión y poca unión en esta Europa.
¿Que le dirías a aquellos que quieren ayudar?
Adelante, atrévete a hacerlo, no esperes. Va a ser difícil, pero al final siempre se necesita ayuda, ellos necesitan integrarse. El que quiere algo busca el camino y el que no busca una excusa, a por ello.
¿Cómo definirías tu experiencia en una frase?
Me han dado más ellos de lo que les he dado yo.
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